sábado, 20 de septiembre de 2008

PERSONAJE DE LA SEMANA CONCEJAL RAFAEL GRATEROL


El político como humano que es tiene sus defectos y virtudes, tanto en lo personal como en la profesión que ejerce. Lo fundamental en él, como en una persona cualquiera, es que la balanza de su mundo interior se encuentre siempre desequilibrada a favor de lo que denominamos virtudes. Por ello, siempre es bueno saber qué cualidades o características positivas tiene el concejal Rafael Graterol como buen político.
Obviamente posee unos ideales que son la base de esa tarea, de ese esfuerzo, que le ha ayudado siempre a la toma de decisiones en beneficio de la mayoría de la sociedad, pues “nunca llueve a gusto de todos”. Tiene capacidad de liderazgo moral”, es decir, capacidad de interpretar a la ciudadanía y, al mismo tiempo, capacidad para interpelarla”. “tiene la virtud de predicar”. Para él, predicar significa enfrentarse con su propia gente. Tiene sensibilidad, capacidad de decisión, amor por la política y claridad en las ideas para que éstas se transformen en realidades útiles, fructuosas, para la población que lideriza, podemos decir entonces que esta persona es, políticamente, buena.
Cualquier sociedad, desea tener unos representantes que cubran todas las necesidades de ésta para vivir dignamente y con calidad de vida. Graterol sabe reunir a su alrededor a gente con talento político. El hecho de hacer un excelente reclutamiento de colaboradores es, para el concejal Graterol, primordial, pues sólo así podrá éste y su equipo ejecutar todas las decisiones que le demanda el pueblo que rige. Tiene la capacidad de integrar los consejos adecuados y provocar una verdadera preocupación para que todas las personas de la comunidad cumplan sus expectativas más allá de lo que se prometió en campaña.
Tiene integridad para hacer frente a los retos que se les vayan presentando, es decir, no le basta con llevar a cabo lo que dijo o prometió, sino también se plantea el deber de solventar, satisfactoriamente, los nuevos problemas que se le planteen. Del mismo modo, la autodisciplina se hace indispensable para el. Resistiéndose a los malos impulsos o tentaciones en especial en los ambientes políticos y empresariales, donde la corrupción es el camino fácil para hacer dinero. Asimismo, posee un alto nivel de credibilidad para aglutinar a la sociedad a su alrededor y poder concretar y alcanzar los objetivos, realistas y viables, establecidos.
La sociedad lo ve como un político veraz y sensato, positivo y cercano a ella. El poder hace a quien lo posee ser estricto, pero ello no impide que, el concejal Graterol sea sumamente humano con los militantes de su mismo partido político, con los que están en la oposición y en general con toda la ciudadanía que, al fin y al cabo, es la que define la victoria y la derrota de los candidatos.
El primer objetivo o misión suprema del concejal Graterol, con independencia de la ideología propia de su partido, es lograr una sociedad más justa, dentro y fuera del país, de la comunidad, de la localidad, que gobierna. Evidentemente el ser consciente de que le falta mucho por hacer y que puede aportar mucho más de lo que hasta ahora ha aportado es una premisa que siempre tiene presente.
Ante cualquier tipo de diálogo entre dos o más políticos de distintos partidos siempre prevalece en él, la objetividad y la paciencia, la receptividad y el bien común, para que a la hora de la toma de decisiones por ambas partes, después de evaluar disposiciones y propuestas, no se realice ésta a capricho o desde las posiciones divergentes, inflexibles, que hay en cada ideario político con respecto a los contrarios. Ciertamente nadie renuncia a sus ideales, pero ante una toma de acuerdos, entre dos buenos políticos ideológicamente opuestos, nunca a permitido que sea motivo de distanciamiento las diferencias y prejuicios.
Como buen político sabe que puestos, dirigencias y liderazgos son efímeros; que las estructuras gubernamentales y partidistas deben oxigenarse con nuevos integrantes; que el valor más grande de la de política es actuar desde la veracidad y la coherencia, la comprensión y la responsabilidad… La competencia política debe ser un incentivo que obligue y estimule al político a prepararse, a actuar con total honestidad y transparencia; a solventar las cuestiones clave en unión con los demás partidos políticos; a huir de la soberbia que erosiona veloz e irreversiblemente la aprobación ciudadana, de la intransigencia que carcome la posibilidad de gobernar para “todos los ciudadanos”, de la demagogia que sólo conlleva confusión, incredulidad, inquietud…, en definitiva, degeneración democrática, de la nutrición de intrigas que ocasiona el efecto de tirar piedras sobre su propio tejado o de escupir hacia arriba, de los desencuentros y confrontaciones y descalificaciones entre políticos de ideas semejantes u opuestas, pues sólo llevan a cualquier dirigente a una prematura muerte política.
Igualmente como buen político es congruente y esta preparado para estar y para saber cuando ya no estar y retirarse con dignidad. Es accesible, es decir, transmite la sensación de ser una persona abordable; esta interesado en escuchar, comprender y conocer todas las sugerencias que recibe; el compromiso real en el logro de las metas propuestas, y que cuenta “con todos”; la cordialidad y la amabilidad, el optimismo y la discreción, la firmeza y el dar ejemplo con su conducta personal y política sobre los niveles de esfuerzo exigido a los demás políticos, tengan la ideología que tengan, y a la sociedad… son elementos básicos que siempre lo han orientado para ir acrecentando, con total complacencia, la armonía y la productividad en su vida política
Por Alberto Suárez
Consejo de Trabajadores de Urbaneja

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